viernes, 10 de diciembre de 2010

Capítulo 15. Héroe.

Cierro los ojos esperando el final. Y de repente oigo un golpe sordo, un grito y las manos que instantes antes me encarcelaban ya no están. Miro hacia el suelo y me encuentro a mi agresor sujetándose la nariz con Christian a su lado. Le acaba de dar un puñetazo.
-Vámonos de aquí-me susurra.
-Espera.-Recojo la llave del suelo y entro en mi habitación para recoger la mochila con todas mis pertenencias.
Salimos de prisa hacia su hotel sin mirar atrás, al hombre que ahora grita.
-¡Zorra! ¡Te vas a enterar! Ya verás cuando no esté tu amiguito...
Cierro los ojos temblando y acelero el paso.
Diez minutos después estoy sentada en la habitación de Christian agarrando desesperadamente la mochila.
-¿Quieres darte una ducha?-me pregunta. Asiento y me dirijo al baño con la mochila.-Tienes una toalla al lado.
Cierro la puerta y me empiezo a desvestir. Dejo que el agua resbale por mi espalda y borre todos los miedos y las emociones que he sufrido hoy. Demasiado.
Cuando salgo del baño vestida con tan solo una camiseta blanca que apenas me cubre y ropa interior negra él me mira y mi corazón empieza a latir con fuerza.
-Yo puedo dormir en el suelo con una sábana y así tú...-comienzo a decir señalando el suelo al lado de la televisión.
-No digas tonterías- me interrumpe.-Cabemos perfectamente los dos en la cama, no es lo que se dice pequeña.
Se empieza a meter en la cama mientras yo me quedo fuera indecisa. Se gira hacia mí con esa sonrisa burlona que tanto me gusta.
-No me irás a decir que nunca has dormido con un hombre, ¿verdad?
-Claro que sí- miento y me meto en la cama.
Estamos los dos tumbados, el uno junto al otro.
-Christian...-susurro.
-¿Qué?-susurra él a su vez acercándose.
-Gracias. Por salvarme, digo.
-No hay de qué.- me contesta. Y después de un rato en silencio, añade- ¿sabes cuál es la parte buena?
-¿Cuál?
-Que además del puñetazo le robé la cartera.
Suelto una carcajada. Nunca va a cambiar.
Y entonces soy consciente de que le tengo muy cerca, a menos de seis centímetros. Se hace un profundo silencio entre nosotros que él llena acercándose a mí, rellenando el hueco que nos separaba y besándome. Su boca se mueve suave, lenta y a la vez firme contra la mía. Su mano empieza a pasearse por mi pierna hasta rodearme la cintura. El corazón me empieza a latir con más fuerza de la que jamás le creí capaz. Después de tan mal día me basta ese beso para sanar todas mis heridas.
Cuando nos separamos estamos respirando con rapidez, todavía muy cerca el uno del otro. Y así, abrazados, nos quedamos dormidos.

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