martes, 7 de diciembre de 2010

Capítulo 10. Recuerdos.

Estoy en la puerta de mi habitación con la llave en la mano, cuando oigo una puerta abriéndose a mi izquierda. El corazón me empieza a latir con fuerza en el pecho. En un motel de este calibre podría ser cualquiera, desde un asesino o un violador a un vagabundo drogado.
Sin embargo, sólo es una mujer con un vestido mal puesto por las prisas y un despeinado moño. Mira a un lado y a otro para asegurarse de que nadie la ha visto y sale corriendo silenciosamente escaleras abajo. Un hombre se asoma a la puerta por la que acaba de salir la mujer y mira él también si hay algún testigo de lo que acaba de ocurrir en la intimidad de su habitación. Me recuerda una noche de Noviembre de un año atrás...

Estaba en el parque esperando a Mark, y como no apareció decidí coger el coche para ir a buscarle al motel dónde se alojaba. Por esos tiempos no me relacionaba con gente de buen ver y frecuentaba hoteluchos de mala muerte. Cuando estaba cerrando la puerta del coche vi una sombra por el rabillo del ojo. Me giré y me encontré con una silueta familiar que salía por la puerta de una habitación en el segundo piso. Un hombre alto y moreno la acompañaba y la despedía con un suave beso. Cuando la silueta se giró pude verle la cara. Mi madre. Pero ese hombre no solo no era mi padrastro, sino que estaba casi segura de no haberle visto en mi vida, aunque algo en él me resultaba familiar. Agudicé la vista pero con la oscuridad de la noche no me sirvió de nada.
Mi madre miró hacia abajo para asegurarse de que nadie la había visto y me vió. Sus ojos se abrieron de par en par mientras una temblorosa mano ascendía avergonzada hasta su boca. Yo me metí corriendo en el coche para alejarme cuanto antes de allí, olvidando que había venido a buscar a Mark.
Conduje sin rumbo meditando sobre lo que acababa de ver y sus posibles significados. Solo había uno, el más obvio: mi madre era una adúltera... Ella, siempre tan pendiente de lo que dijesen los demás, ¿qué diría si alguien se llegara a enterar? No lo podía creer. ¿Y Max? Qué decepción se llevaría...
Exactamente como esperaba, esa misma noche mi madre me llamó a su habitación para darme un bonito discurso sobre las cosas que no deben salir de casa, que hay secretos que nadie puede saber y que la ignorancia le evitaría a nuestra familia un sufrimiento innecesario. Debió notar que no me estaba convenciendo porque acto seguido compuso su mejor sonrisa y dijo: "este podría ser nuestro secreto de chicas, no?" y me guiñó un ojo con picardía. "Demasiado tarde para intentar ser mi amiga, mamá" pensé. Sin embargo yo también sonreí y contesté: "claro". Mi madre, dándose por satisfecha me mandó a la cama.
Fue la única vez que sentí verdadera lástima por el capullo, que la creía tan enamorada de él. Pobre. Las cosas no son siempre como parecen.

Ya en mi habitación me desvisto y me meto en la cama, cayendo de inmediato en los brazos de Morfeo.
Me despiertan por la mañana unos golpes rítmicos en la puerta. Confusa y medio dormida abro la puerta en pijama y me encuentro a Christian apoyado en el marco de la puerta con actitud pasiva.
Me examina y sonríe burlonamente.
-¿Todavía en pijama?
-¿Qué hora es?
-La una y media de la tarde. La hora perfecta para que me enseñes lo que has aprendido en estos últimos días- dice señalando la calle por la ventana de mi habitación.
-Hoy no me apetece, vuelve mañana- me dirijo a la cama. De repente unos brazos me levantan del suelo y me colocan sobre su hombro. Christian me deja con suavidad en el suelo del baño.
-¿Qué haces?
-Vístete, no tenemos mucho tiempo antes de que se vayan a comer.
-Eres insufrible.
Me dedica una sonrisa especialmente burlona mientras me tapa la salida del baño para que no pueda volver a la cama. Vale, esta vez ha ganado él. Pero es la última vez. Cierro la puerta del baño mientras me ducho. Cuando salgo con una toalla alrededor del cuerpo me lo encuentro sentado en mi cama con mis cascos puestos escuchando la música de mi iPod. Cuando me ve aparecer se quita un casco y me dice con otra de sus sonrisas que parece que se ríe de mí:
-¿Necesitas algo?
Cada vez me irrita más.
-Que salgas de la habitación, si no te importa.- le señalo la puerta.
Él se encoge de hombros todavía con esa sonrisa suya en el rostro y sale con mi música en sus oídos. Llevo una toalla blanca que apenas me cubre y los cabellos totalmente empapados chorreando sobre la alfombra. Primero me ve en pijama y ahora en toalla. "Genial" pienso con ironía. Cuando me visto y salgo de la habitación le veo frunciendo el ceño por algo que suena en mi iPod. Me lo enseña y me pregunta:
-¿Celine Dion? ¿Enserio? No pensé que te fuese este tipo de música.
-¿Por qué no? Tiene una gran voz.
Pone los ojos en blanco.
-Aunque admiro algunos de ellos: Dashboard Confessional, Augustana, The Carpenters, Aerosmith, Boys Like Girls, Green Day... Buena música, sin duda alguna. Y sobretodo, Bon Jovi y Eminem. Dos grandes maestros.
-What do you got if you ain't got love? Whatever you got it just ain't enough. You're walking a road but you're going no where. Trying to find your way home but there's no one there- canturreo para mí. Christian levanta una ceja y dice con sarcasmo:
-Debo de estar ante la ganadora de Factor X...
-Mi hermano adoraba escucharme cantar, decía que tengo la voz dulce de un pajarito delicado.- replico yo con altivez levantando la barbilla y desafiándole a replicar.
Como respuesta suelta una carcajada.
-Tu hermano es todo un poeta. Lord Byron, me atrevería a decir.- replica él burlonamente.
-El sarcasmo, último refugio para los idiotas.
-Lo que es idiota es no utilizarlo. Es la mejor arma contra ellos, diría yo.
-Idiota.
Me enseña todos sus perfectamente colocados dientes en una hermosa sonrisa. Vuelve a colocar el iPod en la mochila donde lo encontró y cierra la puerta.
-Hoy vamos a empezar a robar en el metro. Hay mucha gente y es más difícil que te pillen. La gente está apretada y en continuo contacto físico por lo que no lo notarán si les tocas por error.

En el metro la gente está muy pegada tal como me ha explicado Christian y no me es difícil hacer "desaparecer" un par de carteras a unos pobres hombres despistados. En una de las faenas pensé que me habían pillado cuando un hombre que hablaba por teléfono se giró hacia mí justo mientras yo introducía dos dedos en su bolsillo trasero tratando de agarrar su cartera. Sin embargo, se limitó a sonreirme bobaliconamente y a seguir hablando. Yo suspiré aliviada y le devolví una sonrisa angelical extrayendo su dinero con rapidez.
Nos bajamos en la parada que hay al lado de su hotel y salimos a la calle. Siento la adrenalina pura corriendo por mis venas. Es increíble esa sensación al robar, el saber que en cualquier momento podrían pillarme y todo acabaría.
En su habitación cuento el dinero total que he conseguido: 200 dólares. Más de lo que he tenido en mi poder en estos últimos meses.
-Supongo que tocamos a un 50% cada uno, no es eso?- le pregunto.
-En realidad a ti esta vez te toca un 70% ya que lo has hecho casi todo tú, yo solo te he enseñado. A ti te hace más falta.
Le doy su parte y me guardo la mía en el bolsillo de mi cazadora negra.
-Mañana seguiremos con las clases para que adquieras más destreza y practicaremos eso de pelear, de acuerdo? Te espero aquí a las 5 como todos los días.
Nos despedimos y me voy a un Mcdonalds cercano a pedir una hamburguesa para llevar y comérmela en el motel. Por el camino me choco con un hombre moreno que se dirige con prisa a un bloque de edificios al lado del Mcdonalds. El golpe hace que se me caiga la bolsa con la hamburguesa y las patatas.
-Perdona-se disculpa mientras me recoge la bolsa. Por suerte nada se ha caído y puedo comérmelo sin problemas.
-Está bien, no se preocupe.
Cuando alza la cabeza me encuentro con unos ojos singularmente familiares. Él abre mucho los ojos y se vuelve a ir con prisas.
-Lo siento, adiós- son sus últimas palabras. Y me deja allí con mil preguntas en la cabeza. ¿Quién es? ¿Por qué me es tan familiar? Sacudo la cabeza, decido no pensar más en ello y les envío un mensaje a Amy, Tony y Mark. Voy a darle una "sorpresita" a mi querida madre y necesito su colaboración. Una sonrisa cargada de malas intenciones se empieza a formar en mis labios.

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