miércoles, 8 de diciembre de 2010

Capítulo 12. Traición.

Decido quedarme un par de días más por aquí antes de volver a Santa Mónica. Después de la interrupción de mi madre no pude despedirme de mis amigos.
Tony, Mark y Amy van a ir de copas a un bar que ya conozco y quiero darles una sorpresa presentándome allí de improviso. Sonrío al pensar en la alegría que se van a llevar.
En la puerta del bar me paro a localizarles y veo a Tony y a Amy en la barra con las cabezas muy pegadas. ¿Qué hacen? Me fijo un poco más. Él niega con la cabeza mientras ella le susurra un incitante "vamos...". ¿Adónde quiere Amy ir? Seguro que le está convenciendo para hacer una apuesta o algo por el estilo. Sigo acercándome a ellos sonriente mientras él sigue negando dándole vueltas a su copa con una pajita. "Estoy con Bianca" le dice. Eso me hace detenerme confundida. ¿Qué tiene eso que ver con una apuesta? "Pero ella no está aquí" le sonríe ella. Veo la duda en los ojos de Tony. Amy también la ve y aprovecha ese momento de indecisión para acercarse a él y besarle, primero suavemente y luego con furia. Cuando paran para respirar él le susurra: "vamos al baño?" y ella asiente satisfecha.
Anonadada me dirijo al asiento que han dejado libre y pido un Vodka con limón. Me lo bebo de un trago intentando suavizar el palo que me acabo de llevar y pido otro. ¿Desde cuándo mi mejor amiga intenta robarme el novio? No lo puedo creer. Me siento tan decepcionada...la creía mi amiga, casi mi hermana, mi confidente, mi apoyo incondicional, mi pilar al que agarrarme en caso de duda. Nunca pensé que sería capaz de algo así. Y Tony, que hace dos días me besaba como si no hubiera mañana ahora está encerrado en un cubículo haciendo lo propio con mi mejor amiga. Me siento tan traicionada  y engañada...
15 minutos después salen del baño arreglándose el pelo. Pago la cuenta y me cruzo en su camino con una mirada insondable.
-¿Os lo habéis pasado bien?
Su cara es la misma que la de mi madre la noche que la vi en aquel motel.
-¡Bianca! - exclama pálido Tony.
Sin embargo Amy se limita a contemplarme sin un ápice de culpabilidad en las facciones.
-Lo siento mucho, Bianca. No quería...
-¿No querías qué, Tony? -le interrumpo.- ¿Tirarte a mi mejor amiga o salir conmigo?
-Sólo... Lo siento-se disculpa derrotado agachando la cabeza.
-Demasiado tarde.
-¿Qué me vas a reprochar?- interviene Amy.- ¿Consolarle cuando tú le abandonaste?
-Esto no fue por mi huida, esto comenzó mucho antes y lo sabes. Comenzó exactamente en el momento en el que decidí ir a por él. Tú no podías aguantar que fuese mío, te corroía la envidia.
Suelta una carcajada amarga.
-Bianca la perfecta, la bellísima. No te dabas cuenta de que atraías a todos con esa mirada tuya. Nunca pude compararme a tí.
- Eras mi mejor amiga no tenías que compararte a mí.
-Estaba en segundo plano, yo quería ser la protagonista. Pero tú siempre estabas en medio.
-Confiaba en tí.
-Hiciste mal.
No puedo aguantar mirarla a la cara ni un segundo más. Me doy la vuelta y salgo corriendo por la puerta mientras las lágrimas resbalan por mi rostro. Un millón de imágenes junto a ellos pasan a toda velocidad ante mis ojos. El baile de fin de curso dirigiéndose miradas complices, los viernes en el parque riéndose juntos, viendo películas con Amy encima de su hombro... ¿Cómo pude estar tan ciega? Todos esos gestos entre ellos. Pensé que solo eran amigos pero ahora veo que ella siempre quiso algo más.
En mi precipitada huida hacia la parada del bus me topo con una maraña de rastas morenas y piel del color del chocolate. Mark.
-¡Bianca!- exclama con excesiva alegría y las pupilas dilatadas. Genial, está drogado.- ¡Ya te vas?- Entonces frunce el ceño mirándome con más atención.- ¿Por qué lloras?
-Acabo de ver a Amy y a Tony en el baño.- sollozo. Él me mira confundido y a la vez empezando a comprender.
-¿No estabas tú con Tony?
-Creo que ya no.- Y rompo a llorar de nuevo. Mark me abraza con fuerza. Él sí que es un amigo.
-Yo me encargo de romperle la cara.
Eso consigue hacerme sonreir.
-No te molestes.- le digo dirigiéndome al coche.- Oye, Mark...
-¿Sí?
-Gracias, de verdad.
Y me alejo en el bus que llega en ese mismo momento sin dirigir ni una mirada atrás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario