martes, 7 de diciembre de 2010

Capítulo 9. Vuelta al pasado.

Mi historia no es algo que le vaya contando a cualquiera pero a veces es mejor desahogarse con un desconocido que no te juzgará a hacerlo con un amigo.
-Bueno, ¿por dónde empiezo?
-Por el principio, si no te importa.
Suspiro y comienzo:
-Siempre he vivido a unos 200 km. de aquí más o menos, en una bonita urbanización de clase media-alta con mi madre, mi padre y Max, mi hermano. Cuando yo contaba con 5 años y Max 7, mi padre decidió abandonarnos, así, sin más. Yo estaba destrozada, era incapaz de asumirlo, pero mi hermano no cesó de repetirme que él me cuidaría, y así lo hizo. Siempre fue una maravillosa persona, el último hilo que me ataba a la cordura frente a mi madre. Cinco años después mi madre se casó con el capullo ese, mi "padrastro", -digo como si fuese un insulto-, que se creyó que podría controlarme. Mientras tanto mi conducta fue a peor. No fueron pocas las veces en las que llegué ebria a casa, o en las que traía una nota de expulsión del colegio. Quizás todo esto se debía a que echaba tanto de menos a mi padre, y era tal mi decepción que cargué con la culpa a mi madre. Sólo le importaba lo que pensasen los demás, lo que les pasase a sus hijos le daba igual. Sin embargo a Max no le importaba, siempre la obedecía y quería como un buen hijo, nunca la decepcionaba. Conmigo era diferente. Ella y yo estábamos siempre discutiendo por cualquier tontería y el capullo ese no hacía más que meterse en medio, era un asco. Y el pobre imbécil no se daba cuenta de que ella le engañaba con otro en moteles cutres donde creía que nadie les vería nunca. En una de nuestras discusiones mi madre explotó y me echó en cara mis notas, mi actitud, mi rebeldía... Y yo tampoco aguanté. Fue la peor discusión de todas. Esa misma noche cogí dinero, ropa, una mochila y me largué dejando tan solo una nota. Sólo he tenido noticias de Max y de mi mejor amiga que me contó que mi madre iba diciendo que yo estaba en Francia con mi familia. De Tony, mi novio, no he vuelto a saber nada. Ahora vivo en moteles cutres, que es lo único que me puedo permitir, no como este "château" tuyo. Y trabajaba en bares llenos de hombres malolientes y en su mayor parte drogados, hasta que te encontré. Y ahora estoy aquí.
Él había ido asintiendo cuando hacía falta y me había dirigido miradas alentadoras para que prosiguiese mi relato. Tiene la cabeza gacha, cómo si estuviese reflexionando sobre mi historia, y le encontrase un sentido más profundo viendo así mi manera de ser real. Sin embargo, tan sólo musitó un simple:
-Vaya.
-¿Vaya?
Por fin levanta la cabeza para mirarme con esos redondos hielos de su cara.
-Has vivido bastantes...emociones en tu corta vida. Eres impulsiva y tienes un carácter enorme, los hechos lo demuestran. Pero, ¿quieres encontrar a tu padre?
Nunca me lo había preguntado, la verdad. Se había ido y no volvería, no era bueno volver al pasado sabiendo que éste era ahora irrecuperable. Nos había abandonado, ese no era mi padre. No tengo padre. Muchas de las veces fingía que falleció porque era demasiado duro asumir que en realidad nos dejó, no nos quería.
-No, no quiero. Nos abandonó. ¿Por qué querría volverle a ver?
Se encoje de hombros y mira su reloj.
-Creo que es suficiente por hoy, son las ocho.- dice levantándose mientras yo sigo en el suelo.
-Espera.
Me mira esperando a que me levante para seguirle.
-Tú no me has contado tu historia.
-Quizá mañana.- Pero por su mirada sé que tampoco lo hará mañana.
Entonces sí que me levanto para seguirle hacia la salida del hotel.
-Mañana te traeré el chándal.
-Puedes quedártelo. Cortesía del hotel.
Le sonrío mientras me despido.
De camino del motel enciendo de nuevo el móvil para llamar a Tony que, como siempre, lo tiene apagado. Quizás tan apagado cómo lo que hubo entre nosotros. La cuestión es: ¿podremos reavivarlo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario