viernes, 12 de noviembre de 2010

Capítulo 2. Una extraña historia.

Me giro en redondo y ahí está Max mirándome sin asombrarse siquiera. Él siempre se entera de todo antes que nadie, es realmente perspicaz.
-Vaya, ¿nuestra querida madre te deja hablar conmigo?- digo con burla.- Pensé que te prohibiría hablar de mí para no armar un escándalo público.
-Dejaste una bonita nota- dice haciendo caso omiso a mi sarcástico comentario.-¿Tan harta estabas?
Suspiro sabiendo que tengo que contarle la historia desde el principio.
Vayamos 2 semanas antes...
-Mi vida seguía como siempre, del colegio a casa, de casa al colegio y los fines de semana al parque del botellón. Nada había cambiado Yo era la rebelde que desafiaba a mi madre regresando ebria y oliendo a tabaco, y tú, querido hermanito, eras el digno ejemplo de la calma, siempre obedeciendo a mamá, sacando buenas notas...el orgullo de la familia.-digo con amargura
-Tu podrías sacar matrículas de honor, eres lista, pero solo te contentas con poner furiosa a mamá-me dijo con calma.
-No me interrumpas. Estoy contando una historia fabulosa.
>> Lo que decía. El orgullo de la familia. Cuando llegué a casa oliendo a alcohol más de lo habitual estallaron los gritos.
-Nunca te esfuerzas por nada, vienes a casa ebria y encima me replicas cuando te hablo. ¿Esque no te importa nada?- me decía mamá entre dientes mientras me agarraba el brazo con fuerza.
-¿A mí? Pues quizás más cosas que a ti, que solo te importan las apariencias, y no quedar en ridículo.-la repliqué mientras tiraba de mi brazo para liberarme.
-No volverás a salir. Irás de casa al colegio y del colegio a casa. No verás a nadie. No voy a dejar que mi hija se convierta en una alcohólica.
-¿Cómo tu actual marido?
-No hables así de él. - susurró amenazadoramente.- ¿Qué vas a hacer con tu vida? ¿Qué pensarán...?
-¿Qué pensará quién?¿Los vecinos?¿O ese que te tiras cuando no está el otro capullo?- levanté la barbilla desafiante, mientras su mano descendía con fuerza hacia mi cara. No me dió tiempo de apartarme y la torta resonó por toda la habitación.
-Cállate y vete a tu habitación. Ya.
No sé quién estaba más furiosa, si ella o yo. Pero como yo llevaba las de perder, escondí mi orgullo herido y me fui a mi habitación.
Esa misma noche metí ropa y comida en una mochila, dejé una nota y me fui a la estación a coger un tren a cualquier parte. Acabé en Santa Mónica. Ahora me hospedo en un motel baratucho que pude pagarme gracias a los 50 dólares que ahorré, nada comparado con este palacio, claro. Y además trabajo en bares y cafeterías donde me dan un salario de mierda, para poder pagarme el sustento. Una maravilla, ¿verdad?


Max hurga en su bolsillo y saca una nota arrugada y manoseada. Me la tiende y veo que es la nota que dejé el día de mi partida. Miro un poco más y veo que en algunos sitios la tinta se ha corrido a causa de agua...de lágrimas. Son de Max.
-¿La encontraste tú?
Él asiente con la cabeza sin decir nada.
-¿Se la enseñaste a mamá?
-Sí.- Veo que duda antes de añadir- No se molestó en leerla.
-Ya lo suponía. No ha cambiado nada, ¿eh?
-Vamos, no hables así de ella.
-Le pone los cuernos al idiota del que se jacta de ser esposa .
No dice nada. No tiene nada que excuse ese comportamiento. Él ya lo suponía por supuesto. Como ya he dicho, es muy perspicaz.
Leo la carta cargada de sarcasmo y rencor que escribí para mi madre:
Bueno, "mami", por si no lo habías notado me he ido. Ahora podrás llevar esa vida "perfecta" que tanto anhelas. Sé que no te molestarás en buscarme, y que me negarás como hija tuya pero, ¿sabes? estás aún más lejos de la perfección que yo. Al menos yo no me molestó en fingir que soy maravillosa y generosa.
Quería darte las gracias. Por la humillación, por el desprecio, y sobretodo por todo ese "amor incondicional" que me has dado.
Al menos tienes a Max, que es lo único decente de la familia.
Espero que el capullo ese y tú seais muy felices y que no te pille cometiendo adulterio con el otro idiota.
Dile a Max que le quiero.

-¿Vienes para quedarte?- Me pregunta. Y veo añoranza en sus ojos. Y esperanza. Sólo por él me quedaría pero...
-No. Lo siento. A lo mejor no llevo la mejor vida del mundo pero, ¿sabes? por primera vez en mucho tiempo me he sentido libre. De verdad. ¿Por qué no vienes conmigo?
-Sabes que mi sitio está aquí. Lo siento.
-Lo sé. Este es tu mundo, no el mio.-Miro el reloj- Y ya es hora de que me vaya.
Me levanto de su silla y me detengo frente a él. Sin pensármelo dos veces le doy un fuerte abrazo. La verdad es que los gestos cariñosos entre nosotros no son muy frecuentes, pero él me sabe devolver el abrazo con igual fuerza. Le devuelvo la foto y la nota, cojo la mochila y salgo por la puerta de mi antigua casa, mi antigua vida. Y a lo mejor para no volver ya más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario