viernes, 19 de noviembre de 2010

Capítulo 6. Atractivo desconocido.

Entro en la sala. La música a tope. Avanzo entre la gente con el ritmo de la batería resonando en mi pecho. Por los altavoces suena una canción de David Guetta. No sé cual. Un torbellino de colores ilumina la sala. Rojo, azul, amarillo, naranja, verde...mi cabello se vuelve de distinto color a cada segundo. La barra está repleta asíque me coloco detrás de un tipo alto que se apoya en la barra. Miro hacia la pista. Una chica con minifalda se mueve en el centro dirigiendo miradas de superioridad a todos los que la rodean. Otra niña tonta, prototipo de la sociedad. En mi antigüa vida fui a muchas discotecas donde veía a chicas como ella. En esos tiempos tenía suficientes ganas para ponerme a su lado a bailar desafiante. Todas esas ganas me faltan ahora. Me giro de nuevo hacia la barra. Entonces veo un bulto en el bolsillo trasero del chico que hay delante esperando. Desde la primera cartera he robado tres más y no me ha visto nadie. Con dos dedos atrapo la cartera y voy a metermela en mi bolsillo cuando mi víctima se gira deprisa y me agarra el brazo. Abro la boca sorprendida pues apenas le había rozado, lo había hecho con extrema suavidad. Tiro de mi brazo para intentar escapar pero él todavía agarrándome me lleva hacia la salida de la discoteca.
Abre la puerta y ya fuera me suelta. Intento correr pero él es más rápido y vuelve a agarrarme. Mierda. No quiero que me lleven a un centro de menores. Llevo un vestido negro corto que deja la descubierto mi espalda y gran parte de mis piernas pero casi no noto el frío de lo asustada que estoy. No volveré a robar. Alzo la cabeza desafiante y le miro a los ojos. Vaya, es realmente guapo. Tiene unos ojos azules en los que veo una mezcla entre curiosidad y frialdad que me deja helada. Su cabello dorado está ligeramente despeinado a causa del viento dándole un aspecto rebelde y descuidado. Su insinuante boca descansa bajo la sombra de una nariz perfecta. Y su voz suena dulce y atrayente cuando me dice:
-¿Qué pretendías?-ladea un poco la cabeza para observarme mejor. Yo tengo la boca seca y sé que estoy atrapada. Sin embargo, siempre he tenido una mente muy rápida  para inventarme excusas a fuerza de ensayar con mi madre cada vez que hacía algo malo.
-Nada. Se te estaba cayendo la cartera y pretendía dártela para que no la perdieses. Y ahora, si haces el favor, suéltame.-Como si oyese llover. Me siguió agarrando mientras su boca formaba una sonrisita burlona.
-Mentira.
-Suéltame.
-Quisiera proponerte algo-volvió a ignorar mi comentario.
-No quiero que me propongas nada, quiero que me sueltes.
-¿Y si trabajasemos juntos?-Eso hizo que enmudeciese. No me esperaba para nada esa reacción por su parte. Ya me estaba viendo en la cárcel con una cadena atada a mi pie que me impidiese moverme. Vale, quizás exagerase un poco.
-¿A qué te refieres?- pregunté con recelo.
-Al carterismo. Podría enseñarte como hacerlo. No se te da mal, pero acabarán pillándote.
-¿Y tú qué sabes? He robado ya cuatro carteras y no me han pillado.- repliqué con suficiencia.
-Te acabo de pillar yo.- No tuve nada que replicar.-Déjame enseñarte. Para empezar la cojes mal. Utilizas el pulgar y el índice y eso hace que se note más. Tienes que cogerla con el índice y el corazón, como unas pinzas. Así.- me enseñó colocándome los dedos en la posición exacta. Me había soltado el brazo. Le miro a los ojos. Son verdaderamente bonitos, me tiene hipnotizada. Alguien sale de la discoteca a toda prisa. Ni me digno a ver quién es, pero a juzgar por el sonido de los tacones es una mujer.
-¿Christian?-canturrea una irritante voz aguda.-¿Dónde te habías metido?
Mi atractivo compañero de robos se da la vuelta. Así que se llama Christian... Y la mujer resulta que es la chica que bailaba en el centro de la pista. Cada vez la detesto más. Me mira con asco y se dirige hacia Christian con una mirada traviesa que me produce naúseas. Debe de ser su novia. Es muy guapa, la verdad.
-¿Nos vamos ya?-le dice con ojitos inocentes.
-En dos minutos. ¿Por qué no vas a buscar un taxi allí?- le dice señalándole un sitio a dos manzanas.- Ahora te alcanzo.
-Claro.- la pequeña puta me mira y luego se pone de puntillas para besar a Christian en los labios. Él si dirigirme ni una mirada le devuelve el beso, y yo me siento cada vez más incómoda. Al final la chica se aparta con una risita de niña pequeña y se va contoneándose a donde Christian le ha indicado. Y mientras se aleja yo la sigo con la mirada deseando que la minifalda y la camiseta escotada le exploten.
-¿Y bien?- dice Christian atrayendo mi atención.
-¿Y bien qué?
-¿Me vas a ayudar?
-Me lo pensaré.
-De acuerdo. ¿Qué te parece si quedamos dentro de dos día en el muelle y me cuentas qué has decidido?
Me encojo de hombros y me voy otra vez a la discoteca. Cuando miro para atrás veo que se aleja a por su novia. Llega a su lado y le pasa un brazo por los hombros. Sin quererlo empiezo a imaginarme que yo soy ella...Para. Tengo novio. O eso creo, al menos. Hace mucho que no sé nada de él. Me paro en una esquina y saco el móvil para llamarle pero salta el buzón. Se habrá olvidado de mí. Como todos.

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