sábado, 26 de marzo de 2011

Capítulo 36. Un mal día.

Me siento en la repisa de la ventana y apoyo la cabeza en el cristal. Es de noche y veo la lluvia caer igual que mis lágrimas durante todo el día. Son las nueve de la noche y hace un calor espantoso. Estoy sudando a pesar de que llevo un camisón ligero azul que no debería darme calor. El pelo se me pega a la nuca por el sudor y me siento asquerosa. Ha sido de los peores días de mi vida.
Caminaba por los pasillos del instituto como una zombie, en clase no me he podido concentrar y me he tropezado tres veces con el escalón de la entrada a clase. Solo he podido reaccionar cuando Max me ha anunciado que está saliendo con Meredith oficialmente. Me he alegrado muchísimo, pero eso solo me ha puesto más triste porque papá no está aquí para alegrarse también.
He visto por los pasillos a Amy, que me ha sonreido y me ha dado las gracias. Sé que nunca volveremos a ser amigas después de todo lo que pasó, pero, sin embargo, ya no la guardo rencor. Porque algo que me enseñó mi padre fue que no debes odiar a nadie porque es posible que no sepas todas las razones que lo llevaron a cometer ese error y que al final seas tú el que se esté equivocando. Además, me he dado cuenta de que la vida es demasiado corta como para desperdiciarla con otra cosa que no sea amor o felicidad. Le echo tanto de menos... Él sabría lo que hacer con Christian.
También me he encontrado con Tony a la salida. Tenía un lindo moratón en la mandíbula y otro en el ojo. Y me he alegrado de saber que el de la mandíbula era mi fruto. Pero al ver el del ojo he seguido caminando. Era el de Christian.
Al final he acabado yéndome a mi habitación a regodearme en mi dolor y a reprocharme mi prepotencia al pensar que era inmune. Al pensar que el amor no existe, que Cupido no tiene poderes sobre mí, que soy yo la que manda. Pobre idiota. He caido como todos, sin darme cuenta y enterándome de la peor manera posible: con un desengaño. Ella es su novia,  por eso él no se atrevía a mirarme. Por vergüenza de que me haya enterado de que jugaba conmigo. Después de lo de la chica que salió de su habitación del hotel en Santa Mónica debería haberlo supuesto. Pero soy una ilusa y confié en él. Y soy tan tonta que he tropezado de nuevo con la misma piedra.
Sé que no es mi novio, que no me pertenece y que yo no le he dicho lo que siento; pero a pesar de eso él debería saberlo ya a estas alturas. Después de todo lo que hemos pasado... Pero sobretodo sé que es mi culpa, que debería aprender la lección, que debería darme cuenta de que puedo evitar el golpe si lo veo venir.
Mi móvil empieza a sonar y miro la pantalla con el temor reflejado en el rostro. Christian. Lo dejo sonar mientras vuelvo a llorar. Y me doy cuenta de que él tenía razón, que el amor existe, que la gente se enamora y es feliz. Me pregunto cuando seré como la gente.
Un ruido en la ventana atrae mi atención. De repente un proyectil pequeño impacta contra el cristal, produciendo el mismo ruido. Miro más allá, al jardín, a través de la cortina de lluvia.
Christian está abajo, sin paraguas, lanzando guijarros a mi ventana. El pelo rubio se ha vuelto más oscuro por culpa de la lluvia y se le pega a la frente. Está realmente guapo.
-¡Bianca! Baja, por favor- me grita. Abro la ventana pero no dejo que las gotas me alcancen.
-¡Vete! ¡No quiero escucharte!- Las lágrimas siguen brotando en cascada a pesar de mis intentos por retenerlas.
-Déjame explicarte...
-¡No necesito explicaciones! ¡Ni siquiera tuviste el valor de mirarme!
-¡Porque sabía en lo que estabas pensando!
-¡Vete! ¡Fuera de mi casa!
-¡No! ¡No, hasta que no bajes a hablar!
Cierro la ventana y me dirijo a la puerta de la casa. No la abro, sé que está al otro lado y me oye perfectamente.
-¡Vete ya de aquí!- le grito.
-Te debo una explicación.
-No quiero una explicación. ¿Qué es lo que quieres tú?- le susurro, rindiéndome.
-Te quiero a ti- me susurra.
Me dejo resbalar de espaldas contra la puerta hasta el suelo, entre lágrimas. Ahora mismo lo único que quiero es abrir la puerta y tirarme a sus brazos, pero no puedo hacer eso sabiendo que está esa chica.
-Vete- le pido sin fuerzas. Después de un minuto oigo sus pasos alejarse por el camino de mi casa y sé que ya no va a volver, que le he echado para siempre. Se va definitivamente.

2 comentarios:

  1. Dios, es totalmente increíble, dime que Christian no se va, por favor por favor:)

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  2. Jajajajajaja el Martes el próximo capítulo!:)
    Lo siento, esque ahora estoy de exámenes:(

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