sábado, 26 de marzo de 2011

Capítulo 35. Barbie-California.

Abro un ojo y me encuentro a Christian metiéndole un gancho de derecha. Tony se sujeta la mandíbula con un gesto de dolor y se tumba en el suelo entre gimoteos.
Christian me agarra del brazo y me saca de allí. Un grupo de curiosos se ha congregado alrededor. Pasamos entre ellos y nos vamos directos a mi casa en la moto de Christian. Me pasa un casco y me subo sin dudarlo. Arranca y salimos rápidos del parking del instituto. Da gusto volver a sentir el viento en la cara, las viviendas pasando a toda velocidad, y yo sujetada a la espalda de Christian. No quiero estar en ningún otro lugar.
Pero, por desgracia, el viaje termina cuando llegamos a mi casa. Le tiendo el casco, pone el freno y se da la vuelta en la moto para quedar de cara a mí.
-¿A qué ha venido el puñetazo ese?-me pregunta.
-Tenía que demostrar que me habías enseñado bien.- Me encojo de hombros e intento sonreir, pero mi cara no me obedece y siento que estoy a punto de llorar. Le confieso en un susurro:- Me ha dicho que mi papi me había enseñado modales.
Me da un abrazo y yo lloro (otra vez) en su hombro. ¿Cómo puede alguien ser tan insensible? Aunque estuviese colocado eso no es excusa. ¿Y cómo pude estar yo tan ciega para estar con él? Doy gracias a Dios por dejar entrar a mi padre en mi vida, que me hizo mejor persona.
Cuando me calmo, me separo de Christian y me disculpo.
-Voy a tener una hermanita- le digo, llevando el tema a cosas más alegres.
-¿Hermana?- Sonrie.
-En realidad todavía no se sabe su sexo, pero predigo que va a ser niña.
Se rie.
-Bueno, tengo que volver al centro a arreglar unas cosas mientras Billy está en clase- se despide, pasándose una mano por el cabello.
-Todavía no he visto el centro. ¿Te puedo ayudar?
-Claro.
Pone en marcha de nuevo la moto y nos dirigimos a «C.C.»
Llegamos cinco minutos después a una construcción hecha de piedra blanca con el tejado rojo. En la pared delantera pone una enorme placa con las las iniciales de Christian y una insignia: "Centro de ayuda para personas necesitadas".
Admiro una vez más el trabajo que está haciendo con todo esto. Es una persona muy madura a pesar de mis recelos iniciales.
De repente una chica aparece detrás del mostrador con una sonrisa. Alta, guapa, con taconazos de 13 centímetros de Miu Miu falsos. Se acerca a mi acompañante con los brazos abiertos.
-Christian... No puedo creer que tú dirijas esto.- Le da un largo abrazo y Christian se tensa.
-Amanda. ¿Qué haces aquí?- Noto como Christian evita mi mirada a toda costa.
-Venir a verte. Se ha corrido el rumor de que diriges un centro de ayuda y he venido a comprobarlo.
-¿Ya no vives en Santa Mónica?
-¡Qué va! Me mudé hace unos meses. ¿Y tú?
-Ya no.
-Bueno, ahora que vives por aquí cerca podremos quedar más a menudo, ¿no?- Espera un momento. ¿Se le está insinuando? ¿Hola? Sigo delante, ¿vale? Ya que han decidido obviar mi presencia, decido recordársela con una suave tos.
La Barbie se gira hacia mí con una sonrisa pero yo clavo mis ojos en la espalda tensa de Christian que sigue sin mirarme.
-Vaya, ¡al fin conozco a tu familia! Tú debes ser la hermana de Christian, ¿no?
Me tiende la mano y se la estrecho sin apartar la mirada de Christian. ¿Es que ni siquiera se va a dignar a mirarme?
-¿Y tú? ¿De qué le conoces?- Pregunto con un tono glacial a la Barbie-California.
-Somos novios.
Entonces Christian se gira y yo siento como si me faltase el aire. ¿Novios? Veo que Christian va a decir algo, pero me disculpo y salgo corriendo a respirar el aire de la calle antes de que me ahogue.
¿Novios? ¿El muy cabrón tiene novia y ni me lo ha dicho? Les veo hablar y Christian dirije su mirada hacia mí a través de la puerta de cristal. Da un paso hacia mí pero salgo corriendo sun mirar atrás. Solo quiero irme lejos. Lo más lejos posible de él. Noto cálidas lágrimas rodando por mis mejillas y me quedo sin resuello. Demasiado para un solo día.

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